viernes, 4 de junio de 2010

INIQUIDAD

INIQUIDAD
(ignominia, injusticia, perversidad, vileza, infamia, maldad, arbitrariedad, humillación, injusticia, inmoralidad, ......)

A esto esta sometida la sociedad dominicana y parece que no nos damos cuenta.

La iniquidad del Poder y la iniquidad de la pobreza parecen alimentarse mutuamente perpetuando el inexorable circulo del vicio y la vergüenza.

Ya en otros desahogos me he referido al secuestro al que nos tienen sometidos los diferentes partidos políticos (todos) al tradicionalmente protegerse los unos a los otros mediante la implementación de legislación que así lo facilita y en consecuencia el desprecio rampante a la representatividad asumida al ignorar a quienes representan y las necesidades mismas de sus “representados”. Las denuncias que lo demuestran son evidentes y no vale la pena numerarlas. La que si vale la pena numerar es la siguiente “perla” que nos tienen guardada. La “tan necesaria” Ley de Partidos.

Cojan esto: la “necesidad” de la ley de marras es detener la “practica maliciosa del transfuguismo” (la cual por supuesto practican e incentivan entre ellos) con el propósito de adecentar la practica política. La de marras diría algo así: “ una persona electa a una curul patrocinada por un partido si abandona o es expulsada del partido la curul se queda en el partido y el partido designara el sustituto del ciquitrillado”.

Yo le doy otra lectura. Lo que se persigue es perfeccionar el secuestro al distanciar la lealtad del representante de sus representados profundizando la lealtad del primero hacia el partido en vez de al segundo. Aquí aplica “por debajo de la puerta te metí un ladrillo”. Quizás seria bueno llamar a la de marras la ley ladrillo. Y me pregunto, esta también nos la vamos a dejar pasar?.

Se me ocurren y pienso en tantas cosas que podrían estar en la ley ladrillo que mejor las dosifico en futuros y prontos desahogos porque de lo contrario esto se convertiría en una prolongada disquisición. Lo que si puedo avanzar es que debemos procurar un sistema de representatividad que ligue mas al candidato y sus electores desechando el maléfico arrastre que conduce a que nadie sepa quien lo representa y el mismo representante confunde su origen y su lealtad. Porque si la elección, por ejemplo de diputados, se determina por cada cincuenta mil o fracción de veinticinco mil habitantes en una circunscripción de trescientos mil habitantes no se divide esa circunscripción en seis distritos electorales y así cada candidato solo se tiene que dirigir a cincuenta mil electores a los cuales tiene oportunidad de conocer mas íntimamente y su “propaganda” limitarla a ese distrito y por lo tanto los recursos a gastar serian mas decentes, manejables y menos onerosos para todo el mundo?Quizás esto también abriría la posibilidad de que “el cochino dinero” dejara de ser el rey que impone los participantes.
Dr. Polibio R. Diaz
Santo Domingo, R.D.
21/05/10

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