El transcurrir, aunque interminable, tiene principio y fin. Como tal, todo comienza y todo termina.
En “Historia Universal de la Infamia” de Jorge Luis Borges, recoge diferentes historias en distintos lugares del mundo relatando la infamia de los peculiares personajes y resalta la vacuidad de la existencia en relación directa, interpreto yo, a la indiferencia con que el ser humano observa los principios fundamentales que deberían regir la convivencia y el comportamiento en sociedad. En esa misma Historia de la infamia se echa mano a la teoría del Gran Vehículo que se explica como la desarrollada por los Budistas que no participaron de la enseñanza directa y personal de Buda y justifica la creación de la nada, la existencia por la existencia misma, donde la relevancia de las cosas es intrínseca y ninguna sobre otra.
En nuestro mundo la presencia de la vacuidad es mas evidente cada día. Veamos: En el caso de las drogas narcóticas nuestra atención se dirige a la vacuidad del “vedetismo” de las implicadas en el ultimo caso notorio de narcotrafico y aunque nos importa y nos molesta no hay presión social para realmente identificar a los verdaderos responsables del negocio del narcotrafico; En el caso de la situación socio-económica por la que atraviesa el país que tan cruda y brillantemente expone el informe preparado al respecto por el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano) y auspiciado por el Ministerio de Encomia Planificación y Desarrollo de la R.D., revelador de los indices de pobreza y carencias que inundan al dominicano y de paso sea dicho que tal informe ha sido desaparecido de las librerías y no se encuentra ni en los “Centros Espiritistas”, nuestra atención se dirige a la vacuidad de que si hay reelección o no hay reelección, que si mengano es mas ladrón que fulano y que como zutano cuando estuvo no hizo o hizo mas cual no puede reclamar ni exigir nada y que si me opongo a todo o no me opongo a nada y mientras tanto transcurre la vida y no aportamos solución alguna, con la sola excepción de que el problema de “la luz” se resuelve con la contratación de tres técnicos magos que son los que mas saben y no aceptaran la politiquería en el asunto de marras; En el caso del dengue, la vacuidad se encañona a que los médicos no saben lo que hacen no a la incapacidad de desarrollar una política de prevención contra la enfermedad y a poner los hospitales en capacidad de responder a ambas situaciones, la prevención y la emergencia; En el caso de la educación y el desayuno escolar, la vacuidad se dirige a si hubo sabotaje o si las escuelas no pagan alquiler y mientras transcurre, donde esta la política para solucionar de verdad, aunque sea en el tiempo, los males que real y efectivamente afectan la educación?. Y así mismo, escándalo tras escándalo y uno mas grande que el otro transcurre y nada pasa.
Sera posible que la vacuidad sea sustituida por la reflexión?
Polibio R. Diaz
21 de Septiembre del 2010.
