Mi
primer
nieto.
Gracias del alma a Gabi y Farid, felices padres de Sebastian. Nació
hace
apenas
dos
meses,
sano
y
completo
y
tal
como
me
escribiera
un
gran
amigo
“tienes
el
nieto
mas
hermoso,
mas
sano
y
mas
inteligente
del
mundo:
igualito
que
el
mio”.
Solo
falta
decir
la
única
verdad:
que
el
mio
si
lo
es
y
el
tuyo
también.
Esta
es
la
primera
manifestación
del
tan
conocido
“abueleo”
pero
esta
también
es
una
realidad
y
así
seremos
todos
los
abuelos.
Sebastian,
cuando
llego a
este
mundo
peso 6.1lbs.
Hoy
pesa
12.
lbs.
Va
muy
bien
pero
muy
rápido
y
ya
he
aconsejado
a
la
feliz
madre
que
no
me
lo
deje
engordar,
sobre
todo
porque
ya
tenemos
planes
para
el
y
sera un
buen
hombre,
un
gran
hijo,
un
gran
nieto,
un
gran
ciudadano,
un
gran
profesional
y
también,
porque
no,
un
gran
golfista.
Dicen
que
siempre
queremos
vivir
al
través de
la
descendencia
lo
que
no
pudimos
lograr
personalmente.
Pero
admito que
mi
alegría se
ve
perturbada
por
la
inquietud
que
me
invade
ante la
incertidumbre
de
en
que
tipo
de
sociedad
crecerá Sebastian.
Una
sociedad
como
la
actual,
donde
el
avance
tecnológico parece
avasallar
las
relaciones
humanas,
donde
la
inmediatez
desborda
los
principios,
donde
la
conducta
y
con
ella
las
maneras
han
sido
depositadas
en
el
saco
del
olvido,
donde
las
oportunidades
se
hacen
cada
vez
mas
distantes
y
con
el
propósito de
las
mismas
pisoteamos
todo
lo
que
se
interponga
para
alcanzarlas.
Todo
esto
me
preocupa,
sobretodo
porque
probablemente
cuando
a
Sebastian
le
toque
comenzar
a
tomar
decisiones
para
encauzar
su
vida
ya
no
podre
prestarle
la
asistencia
que
quisiera.
Yo,
en
ese
sentido,
fui
muy
afortunado,
pues
disfrute
durante
el
tiempo
crucial,
tener
a
quien
preguntar.
Después de
todo
Sebastian
siempre
estará rodeado
de
gente
que
lo
quiere
y
lo
estimula.
Viva
Sebastian
y
tratemos
de
ayudarle
a
que
encuentre
un
mundo
que
le
sea
propicio
para
su
desarrollo
humano.
Debo
recordar
y
compartir
con
Uds.
esta
conversación intima
que
sostuve
con
mi
hija
Gabriela
a
los
pocos
días del
nacimiento
de
Sebastian.
Le
pregunte:
Mi
hija
(yo
la
llamo
mi
Reina
y
la
luz
de
mis
ojos)
que
tu
sientes
cuando
miras
a
Sebastian?.
Ella
me
contesto:
“Ay
Papi
no
tengo
palabras
para
decirte
lo
que
siento”
y
a
renglón seguido
me
dijo:
“ahora
yo
se”.
Siempre
he
sostenido
que
los
hijos
no
imaginan
cual
es
el
amor
que
los
padres
sienten
por
ellos
hasta
que
no
tienen
sus
propios
hijos.
Gabriela
me
lo
ha
confirmado
en
carne
propia
y
en
sus
propias
palabras.
Ahora
quiero
encomendar
en
las
manos
de
nuestro
Señor Jesucristo
el
camino
de
mi
nieto
Sebastian
y
que
nos
ayude
a
todos
a
proporcionarle las
herramientas
necesarias
para
que
disfrute
de
una
vida
plena
en
salud
y
en
paz
con
el
resto
de
la
humanidad.
Polibio R. Diaz
Santo Domingo,
01/11/12

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