lunes, 28 de marzo de 2016



HACER LAS COSAS BIEN Y/O LA TEORIA DE LA CONSPIRACION

Siempre he creído que hacer las cosas bien demanda mucho trabajo, esfuerzo, dedicación y compromiso. Ademas también creo que para conseguirlo hay que hacer muchas cosas bien y al mismo tiempo.

También recuerdo un dicho de moda en los años 80 que decía mas o menos: ”piensa globalmente, actúa localmente” o el otro “se necesita de un pueblo para educar un niño”. Ambos dichos se relacionaron íntimamente con la política de la globalización. De aquí saltamos a la teoría de la conspiración, que confío todos tengamos noción de lo que ella significa.

Pues bien, en mi convicción, y sin denigrar la teoría de la conectividad, creo que actuar localmente es lo que determina la globalización. Pienso que mientras mas apostemos a resolver los problemas locales de cada una de nuestras situaciones, mas influiremos en la globalización de las mismas y consecuentemente tendremos que ponernos de acuerdo para convivir los unos con los otros y tratar de solucionar nuestros problemas.

No olvidemos, que generalmente, cada consecuencia posterior tiene su origen en nuestra actuación anterior. La concatenación de los hechos y sus efectos consecuenciales son los precursores de nuestras situaciones futuras. El mundo siempre ha sido un escenario de conflictos y donde hay dos hombres seguro hay un conflicto. Esta en la capacidad de esos hombres entender sus conflictos y sus soluciones.

Recientemente he estado releyendo un libro, ”Un instante de silencio en el paredón”, del premio nobel de literatura 2002 Imre Kertesz, Húngaro, donde trata acerca de la desaparición de las ideologías y la supremacía del pragmatismo, lamentándose de tal ocurrencia, señalando que esa desaparición elimina la pasión y la esperanza. Aquí en Santo Domingo tenemos un circunloquio que dice así: “to’ e’ to’ y na’ e’ na’”.

Para mi eso es una realidad y nos lleva a la determinación que hemos tomado de tirarnos del burro en vez de apearnos del burro. Nos decidimos por lo mas fácil sin importarnos las consecuencias porque, siempre creemos, habrá la oportunidad de emparejar la carga.

En esta temporada de la Pascua de Cristo quiero terminar diciendo: “el que quiera oír que oiga, el que quiera entender que entienda”. Lo peor que podemos hacer es tratar de pasar por idiotas con P.

Polibio R. Diaz. 27/3/2016.

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